martes, enero 05, 2010

Derecho a la Libertad antes que el derecho a la Vida


Un derecho general a la libertad postularía un estado de naturaleza: la ley de la selva, la del más fuerte. Una sociedad así es insostenible, ya que cualquier teoría que reconozca la libertad de robar, matar, atropellar, etc., nos condena a ser incivilizados… como los conductores de las combis.

Entonces, quedan dos posibles salidas:

1) Circunscribir las clases de acciones protegidas por el derecho a la libertad de modo que los actos condenables queden fuera de este concepto o;

2) Debilitar el derecho a la libertad de tal forma que pueda ser desplazado por otros intereses legítimos (como la vida o la salud).

Muchos liberales creemos que la salida está en la primera opción y no en la segunda, pues consideramos que la noción de libertad solo incluye aquellas acciones que son compatibles con la misma dosis de libertad de terceros. De ahí que solo la libertad (de terceros) es capaz de limitar la libertad (personal). En efecto, ningún otro valor puede limitar la libertad, pues de lo contrario, ésta se vería debilitada frente a otros conceptos, lo cual ya forma parte de la segunda salida comenta líneas arriba.

Particularmente, creo que antes que el derecho al “conjunto de libertades particulares bien valoradas socialmente”, está por encima de, incluso, el derecho a la vida.

Para demostrarlo, basta con pensar en la siguiente situación:

Un juez da a elegir al reo entre dos condenas:

La primera, es una condena perpetua a estar encerrado en una cuarto vacío de cuatro paredes de concreto (de 4x5 m.), sin puertas ni ventanas, con un agujero (de 50x10 cm.) suficiente como para que entre aire, un plato de comida y un bacín.  La segunda condena, es la pena de muerte: rápida e indolora.

¿Acaso no sería preferible morir? ¿Qué vida sería esa, si no hay capacidad alguna de “hacer”, es decir, si la libertad positiva se ve eliminada?

Algunos dirían que la esperanza de ser rescatado es suficiente para elegir la primera condena. Pero imaginemos que no existe posibilidad ninguna de ser rescatado. De hecho, el condenado es una persona solitaria (sin familia ni amigos), además de ser el tipo más odiado del pueblo y para colmo pobre. Por último si alguien intenta rescatarlo, sería castigado con la misma pena del condenado (en un cuarto distinto, claro). bajo esas condiciones ¿quién lo quisiera rescatar?

Así, la esperanza de salvación queda eliminada y entonces repito mi pregunta ¿qué condena elegirías?

No hay comentarios:

Publicar un comentario

y tb cuentamelo todo... y exagera!