domingo, agosto 19, 2012

El lujo de la salud (seguros que no aseguran y coberturas que no cubren: ¡gracias clínica!)

(…beeeep… beeeep… beeeep…) Abro los ojos. A veinte centímetros de mi rostro, un techo... ¿una tapa? No hablo. No puedo. Estoy impactado. Me siento encerrado. ¿Me enterraron vivo? ¡MIERDA! ¡ME ENTERRARON VIVO! Escucho en off mi voz dentro de mi cabeza… “¿Dónde estoy? ¿Qué ha pasado?” No me puedo sentar porque no tengo espacio. “Me pica la nariz… ¿qué pasa? No me puedo rascar. Mis manos están sujetas a los lados, junto a mis piernas.” (…beeeep… beeeep… beeeep…). Las toco. “Sí, sí, aquí están”. Me cuesta trabajo levantar la cabeza para aguaitar. Lo consigo… pero no logro ver más allá de mis muslos cubiertos con una manta de felpa guinda (…beeeep… beeeep… beeeep…)  ¿Qué suena? ¿Dónde estoy? ¿Habré sufrido un accidente? Mi corazón se agita (…beeeep… beeeep… beeeep…). Me pongo ansioso y justo antes de intentar escapar como lo hizo Beatrix Kiddo interpretado por Uma Thurman en Kill Bill, tuerzo el cuello hacia arriba y descubro que está abierto y afuera hay otras máquinas. Transcurridos los treinta segundos más largos de mi vida, lo recordé todo. “Y pensar que tuve que pagar S/. 181,00 para ‘sufrir’ durante esta resonancia magnética”, que había sido ordenada por el médico en una segunda consulta de S/. 75,00.

Un lúgubre y frío salón. Una vieja silla solicitaría rodeada por una cortina que gira en forma circular, muy pegadita a ella. “Entre ahí y quítese la ropa”. La última vez que me habían ordenado eso, estaba en un consultorio luminoso y me solicitaron echarme, boca abajo, en una camilla justo antes que el médico me bajara la trusa (ese fue el término que utilizó ‘trusa’). En aquella oportunidad, me sentí asustado y solo atiné a cerrar los ojos y confiar en el profesionalismo del médico. Si había costado S/. 75,00 aquella primera consulta y confié en que no debía preocuparme demasiado. “Es correcto, tiene una cadera más alta que la otra… una de sus piernas es más larga. Ese es el producto de su escoliosis. Vamos a hacerte una radiografía, para ver la separación de vértebras y de ser así, una resonancia para descartar hernias. Va a tener que ayunar por 24 horas y tomar purgantes”. Por eso, en esta oportunidad, le hice caso al técnico de radiología, y un poco más confiado que la vez anterior, me desvestí haciendo malabares en ese pequeño espacio. “No es necesario que se quite las medias y el calzoncillo”, me dijo el técnico. Afortunadamente, no traía ropa interior con huecos. La silla solo me sirvió para hacer más difícil la tarea y para dejar colgada mi ropa. Cuando terminé la difícil labor de quitarme la ropa, me quedé ahí parado, semidesnudo, con frío y mucha, pero mucha, hambre, mientras el técnico se seguía peleando con la inmensa máquina de color verde (eso parecía, que se pelaba).

Por aquí señor, de pie, póngase derecho. No así no, derecho. No se tuerza para un lado señor. Párese derecho, por favor”.Amigo”, lo interrumpí, “justamente para eso es la radiografía: porque tengo una pierna más larga que la otra y no puedo pararme derecho”. “Ah. Ok”. Se siente huevón. Me colocó en una posición de contorsionista semi-profesional y cuando estuve a punto de caerme, intempestivamente se alejó a paso ligero gritando “No se mueva, no se mueva, no respire, no respire…· (Kron, Kron). ¡Listo! Esa fue primera toma. Faltaban tres más complejas: posición Nº 2 de contorsionista profesional “No se mueva, no se mueva, no respire, no respire…” (Kron, Kron); posición Nº 3 de contorsionista profesional avanzado “No se mueva, no se mueva, no respire, no respire…” (Kron, Kron); y, posición Nº 4 de contorsionista experto “No se mueva, no se mueva, no respire, no respire…” (Kron, Kron)... “Y pensar que tuve que pagar S/. 81,70 para ‘sufrir’ durante la toma de estas radiografías”.

Usted no tiene nada señor Lindley. Puede ir en paz”. Estuve a punto de responderle al médico en esa tercera consulta de S/. 75,00demos gracias a Dios”, pero casi hubiera preferido que me detectaran algún mal, pues haber entregado S/. 487,70 (sin contar las muy onerosas terapias) de mi dinero para que me digan que si no hubiera ido a la clínica, no hubiese habido diferencias… es hasta un poco frustrante.

Todos me dicen: “y agradece que estabas asegurado. Imagínate si no cuánto te hubiera costado”. Yo siempre respondo que, en realidad, estoy obligado a tener un seguro por el modo como se ha estructurado el mercado hoy en día (por lo menos en el Perú). Si no existieran los seguros los precios no estarían inflados y lo que se cobraría por los servicios médicos sería casi igual a lo que pago hoy en día con un seguro. Me explico. La clínica sabe que el cliente (porque no es “paciente” sino “cliente”) está dispuesto a pagar S/. 75,00 por consulta. Entonces, aumenta el precio de sus servicios para que el excedente lo pague el seguro y el consumidor siga pagando S/. 75,00. La clínica sabe que para una radiografía el cliente pagará hasta S/. 81,70. Repite la estrategia: sube el precio para que lo que le corresponda pagar al cliente (en este caso 25%) sea S/. 81,70. La resonancia magnética, igual S/. 181,00 es el 25% del precio inflado.

Y claro, nadie se puede hacer un examen sin previa indicación del médico, que en cada consulta le cobra al cliente S/. 75,00. Para evitar que te lleves las instrucciones del examen a otras clínicas más baratas, estas se quedan con ellos y pasan directamente del consultorio a radiología, laboratorio, etc.

Y cada vez que paso mi tarjeta por el POS de la clínica, limpio las pequeñas gotas de sangre que chorrean de ella y me pregunto con indignación ¿para qué pago S/. 89,03 al mes por un seguro que no me asegura, con coberturas que no me cubren? No hay vuelta que darle, en el Perú, la salud es un lujo… y un lujo es el de las clínicas que se llenan los bolsillos con el dinero de los enfermos y de los seguros, quienes a su vez, se financian con el dinero de los asegurados, es decir, de los propios enfermos. ¿Hay algo que no está bien, no?

2 comentarios:

  1. Ligero, divertido, interesante, me gusto mucho! Te felicito por tu buena redacción q aunq es larga, es bastante ligera y entretenida. T.R

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  2. Todo lo que dices es cierto, y la frase "cómo sería si no tuvieras seguro", que yo utilizo mucho es totalmente cierta. Alguna ves conversando con un médico, al cual le decía que era un asalto que un colega de él, (otro médico) cobrara $15,000 por sus honorarios por una operación, su indignante respuesta fue "para eso se quemó las pestañas" y al recordarle el juramento que hacen los médicos al graduarse me respondió "para eso hacen labor social en los hospitales", entonces, los pacientes tenemos que pagar, no solo la universidad, sino también post-grados y hasta doctorados.

    crc

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y tb cuentamelo todo... y exagera!