jueves, septiembre 23, 2010

FONAVI: una medicina más cara que la propia enfermedad


Se vienen las elecciones locales y estoy seguro que muchos recibirán su cartilla de votación y se preguntarán ¿por qué tengo tantos papeles en la mano? Y es que no todos estan enterados que ese mismo día se llevará a cabo un referéndum. Aquí un poco la explicación al respecto.


Dónde surge la historia:

Francisco Morales Bermúdez Cerruti creó el Fondo Nacional de Vivienda el 30/06/79 (Decreto Ley 22591) con la finalidad de satisfacer, en forma progresiva la necesidad de vivienda de los trabajadores en función de sus ingresos y del grado de desarrollo económico y social del país. ¿Cómo? Reteniendo parte del sueldo de los trabajadores en planilla (funcionaba como la ONP, pero en lugar de destinar los fondos a una pensión de retiro, era para la construcción de viviendas).

El 27/08/98 (Ley 26969), el Congreso presidido por Victor Joy Way durante el gobierno de Fujimori, dispuso la liquidación del FONAVI, cancelándose la finalidad para la que fue creado y se reemplazó por el Impuesto Extraordinario de Solidaridad.

Como solo el 3.6% de los fonavistas se vieron realmente beneficiados (resto de la plata fue utilizada en otros asuntos), un grupo de fonavistas molestos llevaron el caso hasta el Tribunal Constitucional, quien ordenó la realización de un referéndum en el que el ciudadano pueda elegir si está a favor (marcando el SI) o en contra (marcando el NO) del “Proyecto de Ley de devolución de Dinero del FONAVI a los Trabajadores que contribuyeron al mismo”.

En estricto, en eso consiste un referéndum: en votar "a favor" o "en contra" de un proyecto de ley, que en este caso, casi nadie conoce y muchos menos han revisado. Cuando la votación no versa sobre un proyecto de ley específico, sino sobre otro asunto sobre el cual se le consulta a la población su opinión, el nombre correcto es "plebiscito" (no referéndum).

¿Qué dice el proyecto de ley?

En resumen lo siguiente:

1. Que se devuelva lo aportado al FONAVI a los ciudadanos, más intereses en un plazo de 8 años y priorizando las devoluciones de acuerdo a la edad de los fonavistas.

2. Se debe otorgar un Certificado de Reconocimiento de Aportes y Derechos del Fonavista.

3. La constitución de una Comisión Ad-Hoc para entregar estos certificados y calcular el aporte a entregar. La Comisión se constituye por:

    1. 2 representantes del Ministerio de Economía y Finanzas.
    2. 1 representante del Ministerio de la Presidencia.
    3. 2 representante de la SUNAT
    4. 2 representantes de la ONP.
    5. 3 representantes de la Asociación Nacional de Fonavistas de los Pueblos del Perú (ANFPP).
4. El Reglamento de la Ley establecerá las modalidades efectivas de devolución, que serán:

    1. En viviendas de interés social
    2. En terrenos urbanizados
    3. En bonos
    4. En compensaciones tributarias
    5. En pagos compensatorios de deudas
    6. En pago de dinero en efectivo.
¿Votar "a favor" o "en contra"?

Hasta aquí parece todo justo: los fonavistas aportaron y casi ninguno vio sus beneficios, ergo, como es su dinero, se les debería devolver. Sin embargo:

1. El daño ya está hecho. Alguien uso la plata en forma no debida. No existe. Ya no hay más. El monto es altísimo, solo imagínense a cuánto ascienden los aportes mensuales de cada trabajador en planilla, desde 1979 hasta 1998. ¿De dónde la van a sacar?

2. Echen pluma:

    1. S/.25.000 millones sería el monto para resarcir a fonavistas de ganar estos el referéndum.
    2. S/.52.088 millones fue lo que ingresó al fisco por impuestos durante todo el 2009.
    3. S/.2.799 millones es el presupuesto anual del Ministerio de Salud.
3. Y no solo es el pago a los fonavistas. Para formar la comisión Ad-Hoc, créanme, también se necesita dinero.

4. El Estado tiene que sacar ese dinero de algún lado. ¿Cómo se financia el Estado?

    1. Tributos.
    2. Se endeuda con bonos (que al final deben también ser pagados con los tributos).
    3. Fabrica más billetes (sin respaldo). Dicho técnicamente “emisión inorgánica de dinero”. Dicho popularmente “la maquinita del primer gobierno de Alan” ¿Se acuerdan de la hiperinflación?, pues bien, eso fue producto de “la maquinita”.
5. Alan García ha dicho que “habría que aumentar los impuestos para pagar (...) habría que aumentar el IGV de 19 a 21 ó 23 por ciento pero, ¿quién termina pagando eso? Usted cuando compra algo”. “Imagínese que digan (que) hay que devolver 20 mil millones (de soles)”, continuó: “¿De dónde se saca (ese dinero)? Del presupuesto nacional, ¿y quién pone el presupuesto? Usted con su salario, con sus impuestos. Entonces habrá que dejar de hacer caminos, luz, puentes, colegios y dedicarse a pagar el dinero directamente a las personas”… Por lo menos no está pensando en “la maquinita”, ni en asumir deudas.

6. Si se aumentan los tributos se incrementaría la informalidad y cae la recaudación; se reduce el consumo (porque el IGV incrementa los precios) y las empresas venden menos. Entonces, ganan menos y no pueden seguir pagando a sus empleados. Hay despidos y obviamente un despedido sin ingresos, no consume y las empresas pierden todavía más… el mercado se sigue deprimiendo.

7. ¿Cuál es la forma de revertir el daño al menor costo social? Pues dejando las cosas como están y persiguiendo a los responsables del mal uso de los fondos. En alguna cuenta debió entrar ese dinero y alguien debió ser responsable de dicha cuenta. No exijamos la devolución del dinero, sino la rendición de cuentas.

8. No tiene sentido que para reparar un daño por 100 (dinero aportado por los fonavistas), se gaste 100 + intereses + X. El remedio no puede ser más caro la enfermedad.

9. Ya se perdieron 100. Ahora hay que conseguir otros 100 (van 200 de pérdida social), más intereses, más gastos operativos (que incluye, entre otras cosas costos burocráticos, comisión Afd-Hoc, etc.). Al final, por querer recuperar los 100 perdidos, se genera una pérdida social de 100 + 100 + intereses + X. Yo estudie derecho, no matemáticas y, como dice la Chilindina, solo "sé sumar, restar, multiplicar y a veces... hasta dividir". Y me bastan esas herramientas para darme cuenta que numéricamente, no nos conviene.

10. Hoy en día, los afectados ya no “sienten” (directamente) la pérdida de 100, pues su costo ha sido diluido en el tiempo, durante los aportes que fueron dando mes a mes. Si se quiere recuperar el dinero hoy, el daño se sentirá como un golpe tremendo y contundente. Pues no es lo mismo pagar 100 en “cómodas cuotas mensuales durante casi 20 años” que 100 + 100 + intereses + X en tan solo ocho años (tiempo que establece el proyecto de ley para la devolución).

11. Los únicos que podrían querer marcar el SI son los beneficiarios directos de la norma o quienes tienen algún familiar fonavista.

12. En el grupo de los famiiares de algún fonavista, me encuentro yo, pero de todos modos voy a marcar NO por las razones que ya expuse.

13. Espero que los fonavistas (y sus familiares) se hayan dado cuenta que ellos también se verían perjudicados igual que el resto, pues no pierden su condición de consumidores y contribuyentes. Además, ¿qué les garantiza que esta vez sí se les devuelva el dinero? Nada.

Será por eso que no hay difusión


Ponernos suspicaces ya es frecuente en este blog (y este post no representa excepción alguna). Yo me pregunto:

1. ¿Será por eso que no ha existido la suficiente difusión del referéndum?

2. ¿Será conveniente mantener al pueblo lejos del debate previo, para que la propuesta de “devolver el dinero” suene atractiva?

3. El hecho que un grupo de fonavistas, vinculado con los impulsores del referéndum, haya formado la agrupación política “Fonavistas del Perú” que compite en las elecciones municipales y regionales, ¿tendrá algo que ver?

4. ¿Qué intereses están detrás de todo esto?

5. ¿Los propulsores del tema, serán los pocos que saldrán beneficiados?

En conclusión:

Este 03 de octubre vota por el NO.

domingo, septiembre 12, 2010

MISTURA DE RAZAS y DISCRIMINACION

Ayer en la tarde, casi a regañadientes, fui a MISTURA. Serpenteantes colas de comensales “boqui-babeantes”; humaredas de cajas chinas, chancho al palo, anticuchos, chupes y concentrados, emolientes, chanfainitas; fresquísimos pescados, mariscos, leche de tigre (uno con huancaína tremendamente recomendable); refrescantes jugos, cremoladas, raspadillas y helados; entretenidos sánguches (no sándwiches), tamales, humitas, juanes; engreidores alfajores, chocolates, melcochas, picarones, mazamorra morada, arroz con leche, cachangas, churros multisabor, sanguito y un lugar especialísimo en mi corazón para el ranfañote… enormes fotografías de algunos cocineros peruanos (merecido homenaje), estrados con presentaciones para toda la familia, mercados de productos diversos y actividades por doquier, pasacalles con trajes y representaciones tipicas que hacían alusión a nuestra comida; y la omnipresencia del BBVA. ¿Para beber? ¡Qué pregunta! Un PISCO, pues… o mejor aún: varios…

Dije que fui a regañadientes porque había un solo obstáculo entre mi inacabable curiosidad y el Parque de la Exposición (sede del encuentro): la masiva concurrencia de público. No me gustan los tumultos, ni mucho menos las colas. En MISTURA hay ambos. Pero al final valió la pena y no me arrepiento de haber escuchado las sugerencias de Renzo, un siempre buen “compañero de cubiertos” que ahora, desde Nueva York, literalmente llora por perderse la oportunidad de ir este año. Aunque espero que para el próximo año se elija una sede más amplia.

Y qué tiene que ver esto con la discriminación (que es el motivo de este post que otra vez peca de extenso… ¿cuándo aprenderé?). Pues, todo. Ayer me encontré con casi diez amigos que conocía de distintos lugares. Todos coincidían en dos cosas: primero, me recomendaban un lugar (o si acababan de llegar pedían una recomendación) y segundo, se quejaban de la excesiva cantidad de gente. De la cantidad, no de su condición o raza. Y había gente de todo tipo: negros como las fabulosas conchas negras de EMILIO Y GLADYS; blancos como la leche de tigre del VERÍDICO DE FIDEL; colorados como el concentrado de cangrejo de MI PERÚ o el dulce que acompaña la cachanga de DON FREDY, cholos como la papa rellena de DOÑA JULIANA; “chinos” como el Tacu-Chaufa del MAIDO… pero la mayoría (como es de esperarse) era mestiza: como nuestra gastronomía.

Justo esta semana había leído la noticia publicada en El Comercio en donde “El Ministerio de la Mujer solicitó a funerarias cambiar política de contratación racista” noticia que comenté con un amigo del mismísimo color que la mazamorra morada de ANITA. Le pregunté “¿en verdad, crees que en el Perú hay racismo?” Pensando que me diría no, me tope con una sorpresa cuando me respondió “te voy a decir lo que dicen los orientales cuando en occidente se cuestionan sus costumbres: ‘ustedes jamás podrán entendernos’. Es fácil pensar que no hay racismo, pero un blanco como tú no sabe lo que es crecer escuchando todos los días un comentario racista. No pasa un solo día que no reciba un comentario discriminatorio… sobre todo si voy manejando.

Sorprendido por su respuesta, sobre todo porque mi amigo no es un afroperuano extremista ni mucho menos, le pregunté, “¿te refieres a las bromas que te hacemos casi a diario?”. Él abrió los ojos y respondió: “con los años aprendemos a desarrollar un sexto sentido que nos ayuda a identificar comentarios racistas y diferenciarlos de las bromas que te pueden hacer en tu entorno. Y por eso, desarrollamos un nivel de tolerancia mayor a las bromas…” “Y en el caso de la noticia”, incidí: “Imagino que sin contestar la pregunta ya intuyes mi respuesta. Hay varias formas de racismo. Estigmatizar a una minoría étnica asociándola con un determinado oficio es una de ellas, es algo así como que el de la bodega de la esquina ‘de hecho es chino y fuma como loco, sobre todo si está en quiebra’. Y ni todos los chinos tienen bodega, ni todos fuman, por lo que sería un error asociar esas actividades con su origen étnico. Con los negros pasa lo mismo, sin ir muy lejos entre nosotros y entre broma y broma, alguna vez me dijeron eso de ‘portero de hotel o de casino’.

El tenía razón (bueno, la tiene) y me comentó algo muy interesante cuando le pregunté si él podría considerar como discriminatorio (en la noticia) el hecho que podían existir personas no negras mucho más fuertes que algunos de los cargadores de ése color y que por su pigmentación no podrían acceder al trabajo: “el problema del racismo, es la negación: ‘¿racismo? ¿En el Perú? Imposible. Eso no existe’, es lo que te dicen. Y claro si no empiezas por reconocer el problema, jamás lo vas a solucionar”. Y como dato curioso añadió “¡Ah!, pero los que cargaron el cajón de mi viejo y el chofer de la limosina eran blancos...”.

Ayer cuando me encontré con semejante ambiente festivo en MISTURA, me detuve a analizar que uno de los grandes hilos conductores, mediante el cual podemos coser los dispersos retazos de piel multicolor que dividen a nuestra nación, es la gastronomía. MISTURA no es un gran food court de moda y a bajo precio. Es la expresión de nuestra cultura tildada por un revoltijo de razas, creencias, costumbres y cosmovisiones; es sin duda alguna, un encuentro que nos ayuda a seguir consolidando nuestro patrimonio cultural inmaterial, en torno a nuestra completísima y variopinta gastronomía. Pero más que eso, es un punto de encuentro entre todas las razas y condiciones sociales, sin mirarnos por debajo o encima del hombro. Es como alude su mismo nombre: una verdadera MIXTURA.

Estuve con rumbo a la salida cinco veces, y cuatro de ellas me detuve una vez más para gozar con algo nuevo que no había visto o probado. Una de esas paradas –ya de noche- encontré un cartel en homenaje a los campesinos del Perú. El mismo Gastón Acurio, gran artífice de toda esta maravilla, escribía en dos líneas: “En este importante momento que vive nuestra gastronomía los grandes olvidados son los campesinos. Sin ellos nuestra cocina simplemente no existiría”. En ese cartel uno podía escribir alguna palabra de agradecimiento para ellos. Claro que lo hice (y firmé como Pichilon), pero junto al nombre de Gastón (que lo pueden escuchar en la entrevista que le hizo Rosa María Palacios en: 1/2 y 2/2), anoté: “gracias a ti, por todo esto…”, y, después de leer este post (si es que llegaron hasta aquí), podrán comprender que no me refería solamente a la comilona... ¡POSITIVO GASTON!