Leí en la BBC una historia interesante, que muestra cómo la actuación de un Estado elefantiásico, no solo reduce la libertad de las personas, sino que -aun con la mejor intención- puede llegar a afectar su felicidad. Esta es la historia:
Érase una vez un país en donde sus habitantes muy felices, pues el gobierno acostumbraba a gastar en su felicidad y no en eficiencia. Como los romanos, el gobierno le daba a su gente pan y circo: costeaba grandes proyectos como los Juegos Olímpicos o la propia estructura del Estado (que no era pequeña). Para eso, era menester gastar más de lo que tenía.
Un buen día, el gobierno se dio con la sorpresa que la deuda del Estado representa un 115% de su PIB y su déficit fiscal, el 12,7%. (1)(2) “estamos en problemas”, pensó más de uno.
Cuando esto pasó, el segmento más rico de la población feliz (ahora preocupada), se puso temerosa y comenzó a sacar su dinero del sistema financiero nacional, hacia otros países. Entonces, los cuatro mayores bancos del país, le solicitaron ayuda al Estado.
Así, el gobierno se ve obligado a hacer algo para remediar tratar de arreglar el problema que había generado. El Parlamento decide entonces votar medidas de austeridad. El plan económico incluye recortes del gasto público, de los salarios y pensiones de empleados públicos, específicamente eliminación de bonos otorgados a los empleados públicos, reducción de los bonos vacacionales que son cobrados cada año y su cancelación para quienes obtengan mayores ingresos, prohibición de aumentos salariales y de pensiones para funcionarios públicos por al menos tres años. Esto como es de prever iba a generar que los cuadros técnicos bien preparados del aparato estatal migren al sector privado, reduciéndose el nivel técnico de los funcionarios públicos.
Asimismo, el Estado decide “exprimir” (cual limón de emolientero) al ciudadano a través del incremento de los impuestos: el IVA (nosotros le decimos IGV) pasa del 21% al 23%; los tributos en los combustibles, el alcohol y el tabaco, se incrementan en 10%.
Incluso, como una medida de recuperación financiera, se llega a hablar -poco en broma y poco en serio- de la venta de alguna de las islas del país.
La población feliz, ya no está muy feliz. El descontento reina. Sus bloggers alzan la voz. Los pobres y los jóvenes son los que más sufrirán el impacto de las medidas y –como es lógico- son ellos los que más protestan. (1)(2)
El país de la gente, que ya no es tan feliz, le pide ayuda a otros países amigos para que sea rescatada financieramente; lo cual solo se producirá bajo ciertas condiciones que seguramente hará que los cada vez menos felices pobladores, pasen por una etapa bastante triste (lee los testimonios de esta gente que ya no es tan feliz la encuentran aquí y también aquí)
¿Cómo se llama este país? Grecia.
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y tb cuentamelo todo... y exagera!