domingo, diciembre 24, 2017

CARTA WASI: CUALQUIER PARECIDO ES COINCIDENCIA

Dislocar las fuerzas del oponente, significa hacer que pierda su equilibrio, sus puntos de apoyo. Hacerlo vulnerable para vencerlo. Esta era la estrategia militar de Liddell Hart. Un combatiente de la Primera Guerra Mundial, historiador militar, escritor y periodista. Su nacionalidad británica la heredó de su familia, pero en realidad, nació en París. Probablemente su vínculo con Francia lo llevó a ser uno de los biógrafos de Napoleón Bonaparte, el revolucionario del Siglo XVII que tomó el poder de Francia y de casi toda Europa Occidental y Central.

Valentina Mendiburu, la lideresa de izquierda de mayor ascogida política ern los últimos años, nació en una de las ciudades más representativas, cosmopolitas y con arraigo cultural del país. Pero así como Hart nació en Francia pero era británico, Mendiburu gozaba de la ciudadanía francesa gracias al origen de su padre. Su formación fue europea. Vivió en el continente durante la primera década del Siglo XXI y terminó sus estudios en la Universidad Sorbona en el 2006, antes de partir hacia Madrid para estudiar un máster que nunca terminó. Nunca tuvo importantes experiencias laborales, ni un desarrollo profesional superior al estándar. Lo aprendido en las aulas, su personalidad determinante, el inmensurable anhelo de ser la primera Presidenta de la República y el beneficio de vivir en un país tercermundista en el que todavía existían quienes confían en los trasnochados discursos económicos de la izquierda, son sus únicas armas.  

Por aquellos años (entre 2016 y 2017) el grupo mayoritario y dominante del Congreso era opositor del gobierno y gozaba de la férrea disciplina de sus miembros. Y si bien no mostraba puntos débiles, la cosmovisión de Valentina orientada por la agenda política de la izquierad global le permitía ver más allá de lo evidente: solo tenía que “dislocar al enemigo”. Así que buscó y creyó encontrar el talón de Aquiles al propio interior del partido adversario.

La lideresa de aquel grupo, Sayuri tenía una buena relación con su hermano menor Akihiro. Pero su compromiso con el partido, la había distraído de sus obligaciones de hija primogénita; obligaciones que de por sí, ya son onerosas justamente por estas dos características. Para un japonés tradicional como Jiro, el nacimiento de Sayuri fue un golpe muy decepcionante pues esperaba un primogénito varón. Tuvo que esperar 10 años antes de que naciera Akihiro. El esperado benjamín de la familia Tanaka, había nacido con una ligera incapacidad mental y automáticamente se convirtió en el hijo preferido. Por esos años, Jiro que era el fundador del partido y ex Presidente de la República, purgaba condena en la cárcel por ciertos crimenes que sus seguidores aún niegan hasta el día de hoy.  

Valentina quería sacar partido de este contexto. Solo había que generar un conflicto entre los hermanos, usando a Jiro como palanca de la discordia. Esto rompería la disciplina de partido y su férrea estructura se resquebrajaría. Mucho le criticaban al takanismo carecer de una ideología real, sólida y coherente. Aunque sí contaban con algunos lineamientos y directrices generales en materia económica de corte neo-liberal, que guiaban la conducta partidaria de un cúmulo de independientes albergados bajo el cobijo de una estructura formal inscrita ante la Autoridad Electoral del Estado. El mayor activo político que tenía el tanakismo, era su sólido poder. La capacidad de controlar el destino del país, capacidad que solo es posible de ejercer si es que sus miembros son conscientes de que un mismo voto conjunto, es un voto invencible. El segundo activo relevante del partido era su historia: en su primer gobierno, Jiro había logrado derrotar el terrorismo y eso le valió la reelección inmediata con más del 90% de los votos en primera vuelta.

Si Valentina lograba eliminar las más grandes fortalezas del partido (la disciplina y su historia), sobre la base de la cual se cimienta su propia existencia, devendría el caos en el tanakismo y su colapso absoluto y definitivo.Cuando eso ocurriera, los seguidores del tanakismo tendrían que refugiarse en otro actor político, y Valentina sabía que la natural alternativa de un grupo importante de los votantes tanakistas es la izquierda que Mendiburu lidera. Pero incluso cuando esta estratagema fuera exitosa, aún faltarían algunos votos para que Valentina pueda derrotar al amplio grupo de centro, centro-derecha y derecha del país. Solo entonces llegaría al poder.

Pero esto último no era muy difícil. Lo único que tenía que hacer Valentina era aprovechar el odio rabioso y ciego anti-takanismo de los "progres". Pero pasa eso, la derecha que controlaba el Poder Ejecutivo tenía que fracasar. De lo contrario, el apoyo popular a un buen gobierno, le impediría a Valentina llegar al sillón presidencial. El entonces Presidente de la República, Peter Akerman, era un técnico respetado a nivel internacional, pero que no supo trasladar dicho conocimiento al terreno político. Además, no parecía ser el político más astuto. Aunque tuvo experiencias como Ministro en gobiernos pasados (hoy cuestionados por corrupción), con cada error que cometía durante su mandato, pareciera demostrar que la experiencia nunca pasó por él. 

Valentina detectó la segunda oportunidad que necesitaba: debía fomentar el mayor conflicto posible entre un fraccionado tanakismo y la torpe presidencia de derecha. “Cuando ambos se anulen, podremos entrar a cambiar la Constitución y el país”, pensaba Valentina. ¡El plan era perfecto! Al menos eso parecía... Entonces no dudó en azuzar más el conflicto entre los hermanos Tanaka que en las votaciones del pleno Congresal, comenzaron a opinar de manera distinta, cada quien con sus propios seguidores. Fomentaron la interpelación y renuncia de ministros y hasta solicitaron la vacancia presidencial. El día de la votación de la vacancia, los partidarios de izquierda encabezados por Mendiburu se pusieron de pie y abandonaron el hemiciclo del Congreso con carteles en mano que marcaba distancia con tanakistas y derechistas, destacando públicamente los peores defectos que se les critica a ambos: la falta de cultura democrática y corrupción, respectivamente. Lo que vino después ya es historia conocida...