miércoles, agosto 17, 2016

Un temblorcito Arequipa: Crítico antes que Solidario

Mientras escribía este post una réplica de 3.6 grados me sacudió intempestivamente como una advertencia: “No lo hagas Pichilón, desiste de escribir esto”. Cuando me dejaron de temblar las piernas, retomé aliento, me volví a sentar y dije en voz alta “No me vas a callar.”

Me rehúso a ser ciegamente solidario con Arequipa. Antes de eso, prefiero ser crítico con las autoridades. Esas autoridades que no pierden tiempo para entorpecer las actividades económicas con trabas y restricciones vinculadas a la regulación de seguridad de las edificaciones (tanto de construcción como de defensa civil). Por mi trabajo he podido comprobar que muchas veces obtener una licencia de edificación o superar las inspecciones de seguridad de defensa civil, pueden llegar a ser un verdadero dolor de cabeza para los peruanos y peruanas que hacen patria arriesgando su capital para brindar trabajo y contribuir con el consumo y crecimiento económico nacional. No critico la fiscalización ni la necesidad de que existan estas reglas, pero a veces a las autoridades se les pasa la mano.

Supongo que deben pensar algo así como “¿Total? Las empresas no votan”. En cambio, los que sí votan son los vecinos. Yo me pregunto. ¿Cuántos de esos vecinos (que conforman el mercado de votos de Arequipa) tienen casas que no cumplen con las condiciones mínimas de seguridad que exige la legislación? ¿Cuántos inmuebles viejos nunca han pasado por la correspondiente fiscalización y plan preventivo a cargo de las autoridades? ¿Cuántas construcciones precarias han sido levantadas a vista y paciencia de las autoridades encargadas de controlar estas conductas? ¿Cuántos de los afectados sí intentaron obtener los permisos necesarios, pero la complejidad les gano? ¿Luego de un par de cientos de años, a nadie se le ocurrió fiscalizar las condiciones de la iglesia de Ichupampa, hoy día sin campanario?

 

Pero eso no es todo, ¿qué hicieron las autoridades luego que en el 2013 el Instituto Geológico Minero y Metalúrgico (Ingemmet), del Ministerio de Energía y Minas, recomendó re-ubicar a población ahora afectada por sismo, porque se había detectado un suelo inestable? Parece que en el Perú, la guerra avisada sí mata gente.

 

No es posible que el miserable temblorcito de 5.2 grados, registrado a 10 km. al suroeste de Chivay el pasado domingo 14 de agosto de 2016 a las 21:58 horas, deje varios muertos y heridos (personas con fracturas en extremidades y contusiones en la cabeza por la caída de paredes de adobe), muchísimos damnificados y hasta una iglesia dañada. Los movimientos de 5.2 grados se producen en nuestro país con cierta frecuencia. ¡No puede generar semejante desastre!

 


Por eso, antes de sentirnos solidarios (y sin que eso signifique relegar a los afectados a su suerte), los ciudadanos debemos alzar la voz de protesta y exigir una auditoría a fondo para detectar y castigar ejemplarmente a los responsables. Y que el próximo temblorcito solo sea una noticia anecdótica y no el origen de otra tragedia. No vaya a ser, que el conseguir damnificados, sea una nueva práctica nociva de los políticos locales, aprendida con terremoto de Pisco, terremoto que ha quedará recordado no solo por la magnitud de su destrucción, sino por las denuncias de corrupción, desaparición y desviación de los recursos destinados a su restauración.