La primera luz del día nos sorprende desayunando en Cocachimba. Hace muchos años, el terreno que alberga este pequeño pueblo escondido en el distrito de Valera en la provincia de Bongará del departamento de Amazonas (a 700 kilómetros al noreste de Lima), fue adquirido a cambio de dos sacos de hojas de coca. De ahí su nombre: coca-chimba.
Esto nos lo cuenta uno de sus 1700 habitantes. Don Telésforo Santillán que nos espera en la entrada del lodge. Don Telésforo, como el 90% de la población de Cocachimba es adventista, amable, educado, hospitalario pero sobre todo una persona buena. Él fue quien llevó “al Alemán” (se refiere a Stefan Ziemendorff de 32 años, en aquel entonces) en el 2002 a las cataratas de Gocta ("La Chorrera” como le llaman los locales) tras haber sido convencido con veinte soles.
Hasta aquél entonces el pueblo no se acercaba a la catarata. El único que había podido llegar a "La Chorrera", fue un tal Gregorio a finales del siglo XIX. El poblador de San Pablo (un pueblo cercano de Cocachimba) era miembro de una familia de chamanes y sus poderes místicos le permitieron llegar hasta la caída. En repetidas ocasiones Gregorio visitaba Gocta a espaldas de su esposa. Hasta que un día, suspicaz por el extraño comportamiento de su marido, decidió seguirlo a escondidas. No esperaba descubrirlo en la posa de la catarata recibiendo eróticas caricias de una rubia sirena. Presa de los celos, la esposa de Gregorio se acercó por detrás con una piedra en la mano, pero antes que pudiera ejecutar su venganza, la sirena reaccionó llevándose para siempre a Gregorio a las profundidades de aquellas aguas que habían recorrido desde las pampas de Corobamba (en la confluencia de los riachuelos Upa y Zuta, en la provincia de Bongará).
Quienes no tenían los poderes de Gregorio para enfrentar las oscuras fuerzas malignas de "La Chorrera", temían que por acercarse a la catarata les cayera una maldición.
A Don Telésforo, su abuelo le enseñó que Gocta “era mala porque aparecía la Shirapa”, que nosotros conocemos con el nombre de arco iris. Según nos cuenta Don Telésforo, cerca de la catarata se encuentra escondido un perol de oro con tesoros oxidados, y hasta hace poco se creía que éstos eran protegidos por una víbora multicolor que se extendía en el cielo. “La Shirapa es contaminante… te hace mal” concluyeron los lugareños cuando fueron expuestos a todas clase de señales amenazantes que aparecían al conforme se iban acercando a la caída: el temblor de la tierra, el fuerte rugido del agua y el poderoso viento que aumenta considerablemente.
Por eso, Don Telésforo nos cuenta que cuando llevó “al Alemán” hacia las cataratas por primera vez, lo hizo caminando detrás de él y asombrado por la valentía de aquel hombre blanco que no le tenía miedo a la maléfica Shirapa.
- "¿Pero sabes qué es la Shirapa amiguito?"- nos explica Don Telésforo mientras vamos andando entre los caminos sinuosos del bosque con dirección a Gocta- "es cuando el sol se refleja en la humedad… por eso no hay que tenerle miedo pues, pero ¡que iba a saber yo eso hace siete años! eso me lo tuvo que explicar mi amigo Stefan".
- "¿Qué edad tiene usted Don Telésforo?" - pregunté intrigado a nuestro cariñoso guía que se esmeraba (no exagero, ¡sí que se esmeraba!) en hacer de nuestra experiencia la mejor de nuestras vidas.
- "Sesenta y cuatro amiguito" -me responde- "El 12 de octubre los cumplo"- complementa.
- "¿El 12? Pero si hoy es 12… ¡hoy es tu cumpleaños! -me exalté- ¡Ven para tomarnos una foto!"
- "¿Hoy es 12? Hoy es mi cumpleaños amiguito ¡que lindo! Y mira como lo estoy pasando con mis amiguitos que nos vienen a visitar para conocer nuestra catarata" -Don Telésforo no puede contenerse y pela sus dientes mostrando una honesta, limpia y casi ingenua felicidad… yo me estremezco y lo envidio, porque no lo entiendo. -"Por eso decía mi esposa 'qué rica vida tienes oye pendejo, que no sabes ni en qué día vives´" – Don Telésforo sigue riendo pero esta vez trata de ocultar una mirada melancólica.
- "¿Y su esposa no lo saludó hoy?"
- "Ella falleció hace 8 meses. Bien guapa era, linda. Todos decían que era muy bonita. Yo la quería muchísimo y siempre la recuerdo a mi esposita".
De una serie de comentarios que soltó durante el trayecto de ida y de vuelta, nos resultó evidente que Don Telésforo amó y sigue amando profundamente a su esposa (Doña María Yalta Cachay) quien partió por una súbita “desconocida enfermedad del corazón” (apresuradamente deduzco que fue un infarto). Pero yo no tenía como saber hasta ese momento de aquella tragedia que enfrentaba Don Telésforo y la incómoda situación me obligó a continuar con la conversación casi como si el último comentario no hubiera existido.
- "Pero a usted se le ve muy joven. Parece de 45 años no más". –no estaba mintiendo-
La alegría vuelve a invadir el rostro del “Guía Mayor” de Gocta.
- "¡Uy que lindo el amiguito! 45 años dice"." – y acompaña el lejano sonido de la cascada con una sonora carcajada.
- "Y bueno, cuénteme, cuando llegó con “el alemán” a la catarata ¿qué pasó?"
- "Él me dijo: 'Don Telésforo, como usted es de la zona, debe conocer algunas historias de esta catarata'. Así que le conté lo que yo sabía sobre Gregorio, la Sirena y la Shirapa. Luego el me dijo: 'Muy bien, ahora esas historias se la va a contar a todos los visitantes que lleguen a conocer a catarata. Eso va a suceder muy pronto. Usted va a ser el guía de muchos turistas y siempre los tiene que tratar con amabilidad. Pero también les va a tener que explicar algunas reglas para que Gocta no se vea perjudicada'… Y así fue como él me fue enseñando a hacer turismo. Después me dijo: 'ahora me voy a ir, pero pronto voy a regresar para poner a la catarata en los ojos del mundo y tu vas a ser el guía principal y encargado de enseñarle a los demás pobladores de Cocachimba como ser buenos guías.' Cuando se fue, mi esposa no le creía nada. Y yo solo le podía creer a mi esposa… tan linda e inteligente que era. Pero ya después fuimos descubriendo que lo que nos decía Stefan era cierto."
- "Buenos días" -nos dice un poblador que nos cruza en el camino con sus caballos.
- "Buenos días" –respondimos al unísono. En Cocachimba todos los pobladores te saludan con buenas maneras, incluso cuando no los hayas visto nunca, y al cabo de tres días ya puedes haber saludado, por lo menos, a un tercio de la población. La experiencia fue inaudita, en este caserío uno siente el amor de la gente por la gente. Parece que no existiera la maldad. Es más, parece que no supieran qué es la maldad y eso los hace ver indefensos. Mientras tanto Don Telésforo sigue con su narración:
- "Antes yo andaba con retrocarga. Cazaba venados, pumas, aves y otros animales del monte, pero desde que me enseñaron que hay que preservar la catarata para que todos los pobladores del mundo la puedan ver, no me atrevo a matar a ningún animal. Ahora ya me da mucha pena hacerlo… así que vendí mi arma para comprar algunas cosas necesarias para mis recorridos como guía y para seguir cultivando mi tierra."
- "¿Antes del descubrimiento, a qué se dedicaba usted?"
- "Como todos los de aquí, amiguito, yo tenía mi chacrita pues, cultivábamos caña, plátanos, maíz, etc. Justo esta tierra por la que estamos pasando era mía. Ahora ya no siembro aquí."
- "Claro, ahora solamente se dedica al turismo…"
- "No. Todavía siembro, pero en otro terreno. Me dedico a las dos cosas. Tres o cuatro veces a la semana hago turismo y los demás días voy a mi chacra. Todos aquí hacemos lo mismo."
- "¿Y usted qué prefiere?" – lo sigo interrogando al pobre hombre que nunca titubea al responder.
- "¿Yo? Mi chacrita pues. La extraño mucho. La chacrita le exige a mi cuerpo mucho más: la espalda, las piernas, los brazos. En cambio, el turismo es más tranquilo porque solo tengo que caminar por dos horas de ida, dos de vuelta, conversar con los turistas y contarles las historias, para hacer que el camino no les sea muy pesado. Pero a mi me gusta mi chacrita… es más tranquilo vivir así. Ahora hay mucha gente en el pueblo."
- "¿Y eso le molesta un poco?"
- "No. O sea, como le explico, yo siempre soñé con tener plata para viajar y conocer esos lugares que veía en la televisión donde había gente linda, todos blaquitos, con ojos claros, bien bonitos; y, ahora resulta que todos ellos vienen a visitarme a mí ¡a Cocachimba! Hace 7 años qué iba a pensar que así sería mi vida pues, amiguito. Yo soy feliz con el turismo. Es mucho más rentable y me ha dado la posibilidad de conocer muchas cosas buenas. El mes pasado estuve en Arequipa en encuentro de guías turísticos en el Colca, con la intención de seguir aprendiendo a hacer turismo en Gocta. Bien bonito, me pagaron todo el viaje, viáticos y todo. Jamás hubiera podido conocer eso si no fuera por el turismo. También he podido conocer Lima. Uy, bien grande es esa ciudad, ¿no? Toda moderna. Lo que sí me dio miedo fue 'la mar'. No podía ver donde estaba la otra orilla… Así como yo, todos en Cocachimba nos hemos visto beneficiados con el turismo y les estamos agradecidos a quienes nos han ayudado a lograr esto… pero igual extraño mi chacrita…"
De pronto, Don Telésforo que nos tuvo hipnotizados todo el camino, como gran profesional, enmudeció para dejar que nosotros mismos descubriéramos lo que aparecía tras la vegetación. Habían pasado dos horas y media de caminata y finalmente nos topamos con la imponente caída de agua que, gracias a las historias de nuestro guía, ahora se encontraba revestida por un aura misterio y aventura.
Gocta, un conjunto de dos caídas consecutivas de agua, con 771 metros de altura total, es la tercera catarata más alta del mundo si se toma como base el listado elaborado por la National Geographic Society, publicado el año 2005. Las dos que la superan son el Salto del Angel en Venezuela (979 metros) y Tugela Falls en Sudáfrica (948 metros). Aunque estudios del Instituto Geográfico Nacional han demostrado que la Catarata de Yumbilla, localizada también en la misma provincia de Bongará, departamento de Amazonas (pero en el distrito de Cuispes) posee una altura superior, con de 895 metros. Eso no me extraña, solo en los alrededores de Gocta hay 22 cataratas aproximadamente… y ninguna de ellas es diminuta.
Antes que pudiéramos decir nada, Don Telésforo nos contó que cuando en la tercera expedición realizada en el 2006 llevó “al Alemán” y su grupo a la catarata para medirla, tenía miedo que lo fueran a colgar desde la parte más alta para poder hacer la medición. Tuvo que ser el propio Stefan quien lo tranquilizara enseñándole “ese aparatito chiquitito puesto sobre sus tres patitas…”. Alza la voz Don Telésforo: “hace 7 años, qué iba a saber yo qué era un GPS”.
Por supuesto, no todo ha sido positivo en el descubrimiento de la catarata. Cuando se percataron del potencial turístico se despertó en algunos, los más íntimos y pervertidos instintos de ambición, y comenzaron las disputas por la propiedad del terreno llegando incluso a olvidar las ancestrales maldiciones de Gocta, la sirena o la Shirapa. ¿Será algún maleficio de la cultura occidental que envileció el alma de estas personas? ¿o la simple manifestación de la naturaleza humana que niega la inmaculada bondad de los pobladores de Cocachimba?
Como destino turístico, Gocta es muy joven. Pero como proyecto, ha demostrado tener mucha madurez en proporción a su corta existencia. Esto gracias a la coordinación entre la Municipalidad, el Gobierno Regional y el apoyo que recibe de distintos fondos privados; pero sobre todo, gracias al interés de sus pobladores, que en ejercicio de su libertad de elegir un modo de vida, han sentido los beneficios del turismo en carne propia por lo que siempre están buscando la manera de mejorar su servicio: “¿qué crees que le falta a Gocta para ser mejor?” nos preguntaba Don Telésforo justo antes de llegar al puente colgante.
- "Sigan como vienen haciéndolo"- le dije -"Pero controlen a los turistas. Ellos deben someterse a sus reglas de convivencia. Y cuidado con los desperdicios de basura en el trayecto".
- "Por eso no hay problema. Cada dos días pasamos yo y mi hermano recogiendo todo lo que hay en los tachos de basura que están ubicados en el trayecto y limpiamos el camino de cualquier objeto". Cada vez, me sorprendía más con el compromiso de los lugareños con el proyecto y su sentido de pertenencia.
Cuando ya estábamos llegando al fin del camino de retorno, Don Telésforo grito:
- "¡Que lindo no se cansaron los amiguitos! Eso me pone feliz. Cuando los turistas se cansan mucho por la caminata, yo me pongo muy triste porque me dan pena… Yo quiero que estén felices por haber conocido Gocta y no cansados. Por eso cuando los veo a ustedes que siguen caminando, me pongo muy contento. Gracias amiguitos por haberme acompañado hoy día…"
FIN.
Para los curiosos, les dejo los siguientes videos:
Actualización:
27 de marzo de 2024
Casi 13 años
después regresamos. Los letreros deslucen pinturas sin renovación, pero el camino
sigue libre de residuos sólidos. No recordaba que la ruta fuera tan dura. En Cocachimba ya no te saludan todo el tiempo, pero sus
pobladores siempre responden amablemente al saludo.
Volvimos a
encontrarnos con Don Telésforo. Al inicio del
camino hacia la catarata, pasado el punto de control, ha levantado un hospedaje (que se ve en la foto) que piensa inaugurar en estos días de Semana Santa. Sigue tan vital, contento y
amable como siempre. Nos recibió con el mismo cariño y familiaridad y aunque creo
que no me recuerda, sus casi 77 años de experiencia de vida le permiten
ocultarlo muy bien.