Hace poco cambie mi celular. Telefónica me tenía podrido. Y el nivel de competencia en el mercado de telefonía celular me obligo a elegir entre solo dos opciones: Nextel Vs. Claro. En términos de mi restricción presupuestal, mi elección se reducía a Radio Ilimitado Vs. Internet Ilimitado. Finalmente me incliné por el primero.
Hoy me pasó algo muy curioso. Como cada fin de semana entré a mi fb y noté que mis amigos habían venido conversando y coordinando toda la semana. Yo recién tomo conocimiento ahora… tarde, para variar. Responsabilidad únicamente mía por cierto. Por un momento pensé “chester! Sí hubiese elegido Internet Ilimitado me hubiera enterado a tiempo”.
Desde que elegí el Nextel, me han llovido comentarios (comentarios que dicho sea de paso, nunca me llegaron cuando estaba buscando información para mi compra) que me hacen pensar que mejor hubiera sido quedarme con mi primera opción de compra, el BalckBerry de Claro.
Ya hasta la historia del nombre BlackBerry me inducía este sentir. Todos los marketeros saben que un buen producto tiene que tener una buena historia. Se dice que por el año 2001 se contrato a una consultoría de marcas para que buscaran nombres para su nuevo celular que navegaba por internet. Los empresarios querían que el nombre contara con la palabra “email” pero la consultora descartó la idea pues el consumidor relacionaba esta palabra con “work” (trabajo) con lo que el nombre subiría la presión arterial y el estrés. Hasta que alguien hizo la conexión entre las teclas del dispositivo y un puñado de semillas de la fruta Blackberry. Se dice que así surgió el nombre.
Volví la mirada con decepción hacia mi tosco, rústico y austero aparato que adquirí, y que en el fondo no es más que un Walkie Talkie con celular (porque ni siquiera una camarita misia tiene el pinche aparato) me topé con un comentario que flota en la web cuya exactitud desconozco pero que me hizo reflexionar: se supone que durante los años de esclavitud en los Estados Unidos, para que los esclavos no escaparan corriendo de los campos de algodón se les ataba al pié una bola negra de hierro irregular (ni siquiera una bola perfecta con una cadena y grillete). Eufemísticamente, los Amos la habrían llamado “Blackberry” porque se asemejaba a dicha fruta.
Y efectivamente, hoy en día el BlackBerry es de alguna manera un símbolo de esclavitud de la vida moderna. Ya no hay forma de escapar cuando el jefe manda un correo o cuando te llama. No hay manera de decir que no te llegó o que no escuchaste porque este teléfono, avisa si llamaron y no contestaste, si tienes mensajes por leer, si los leíste y si los demás abrieron tus correos; marca citas, horarios, te despierta; y, te envicia durante horas en la web.
Hoy en día, las empresas les dan a sus ejecutivos un BlackBerry y ellos se sienten con estatus; pero no se percatan que están renegando de su libertad, pues los están atando a los modernos campos de trabajo. Y tarde o temprano todos tendremos un celular con las mismas funciones del BlackBerry e incluso más y mejores; y entonces, caballero no más...
Miré una vez más al reluciente celular negro con letras naranjas, recio y funcional, con opciones básicas para un verdadero varón, porque todo macho que se respete, es por definición básico… y me sentí feliz de haber elegido el Nextel…